La sociedad funciona así: destaca entre la multitud, abrete paso o no serás nadie. Literalmente.
Andas por la calle y ves a chicas guapas con ceñidísima ropa y generosos escotes y ejecutivos con trajes que cuestan el doble de lo que ganas en un mes. Atraen tu atención, pero tu no atraes la suya ni la de nadie. Saben que estás ahí y reconocen tu presencia, pero solo para poder esquivarte mientras caminan con prisas como un obstáculo ladeado instintivamente.
En materia de relaciones personales todo ha sido así a lo largo de tu vida. No sabes tratar con las personas y tampoco haces nada por evitarlo, las charlas banales sobre el tiempo o las noticias te parecen inútiles y te limitas a decir lo que piensas sin pensar antes lo que dices. Así no te extraña que no tengas amigos: aquellos que se han acercado a tí lo han hecho lo suficiente como para llegar a conocerte de verdad y descubrir que no eres alguien por quien merezca la pena sacrificarse, y a aquellos a los que tu has conseguido acercarte los has acabado apartando erroneamente de tu lado creyendo que no podían aportarte nada. Solo hay una persona que es capaz de aguantar tus neuras y aunque sabes por qué lo hace no llegas a entenderlo del todo. Cada día piensas que cuando menos te lo esperes dejará de tragarse toda la mierda que le hechas encima y te abandonará para no volver agregándose a la lista de los que saben que no mereces la pena. Y parece que tampoco haces nada por evitarlo.
Vale, odias a la gente y pasas el tiempo quejándote, pero tambien sabes que les necesitas. Necesitas amigos, pero no tienes y vas con amigos de personas que conoces, con quienes sabes que nunca vas a entablar amistad aunque lo intentes porque a ellos tampoco les interesas -al menos no tanto como para ir detrás de tí intentado ser tus amigos-. Sales todas las noches con ellos porque te gustaría estar solo pero no quieres, y cuando vuelves a casa te preguntas por qué sigues saliendo con esos desconocidos desde hace dos años y no sabes nada de ellos ni ellos de tí y te aburres de hacer las mismas cosas con ellos. Te lo preguntas mientras vas al sitio donde os soléis reunir a la hora de siempre, pensando por que no te has quedado en casa y prometiéndote que te irás pronto aunque sabes que te vas a quedar toda la noche solo por estar redeado de gente.
Andas en el limbo entre lo social y lo asocial sin poder inclinarte por un bando, pasando desapercibido entre todo el mundo.
Eres un anexo, un postizo: estás dentro, pero aparte.
Entrada numero 100.
Gracias.
HelenB.
No hay comentarios:
Publicar un comentario